

1:4 En uno de aquellos encuentros les pidió que no salieran de Jerusalén hasta que, tal como ya les había dicho, el Espíritu Santo descendiera sobre ellos en cumplimiento de la promesa del Padre.
1:5 Juan los bautizó con agua —les recordó—, pero dentro de pocos días serán bautizados con el Espíritu Santo.
1:6 En otra ocasión los discípulos le preguntaron: Señor, ¿vas ahora a libertar a Israel de Roma y a restaurar la independencia de nuestra nación?
1:7El Padre es el que señala esas fechas —les contestó—, y a ustedes no les corresponde saberlas.
1:8 Sin embargo, cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán poder para proclamar con efectividad mi muerte y resurrección ante el pueblo de Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.
1:9 No mucho después ascendió al cielo y desapareció envuelto en una nube ante los ojos atónitos de sus discípulos.
1:10 Mientras éstos seguían con la mirada fija en la figura que se perdía en las alturas, dos varones vestidos de blanco se pusieron junto a ellos.
1:11 Varones galileos les dijeron, ¿por qué se han quedado mirando al cielo? Jesús se ha ido, sí, pero algún día regresará de la misma forma en que lo han visto ascender al cielo.