El Papa sugiere que los conventos vacíos sirvan para acoger a refugiados

El Papa sugiere que los conventos vacíos sirvan para acoger a refugiados
El Papa volvió a dar ayer una sorpresa, aunque ya casi es rutina que lo haga, al presentarse sin escolta en la visita a un centro para refugiados en el centro de Roma. Francisco apareció con el coche azul que usa últimamente, tras renunciar a los de lujo, con la única compañía del chófer y del jefe de la Gendarmería vaticana, Domenico Giani, que iba de copiloto.
Pero no le precedía ni seguía ningún vehículo de seguridad ni motocicletas de agentes. Tampoco estaba su secretario ni ningún asistente. Simplemente llegó un coche y de repente se bajó el Papa, para asombro del centenar de personas que esperaban allí, entre ellos muchos refugiados que hacían la fila del comedor.
El Papa sugiere que los conventos vacíos sirvan para acoger a refugiadosSe trata de otra nueva ruptura del protocolo y las reglas de seguridad, algo ya visto en el viaje a Brasil en julio, debido a la expresa voluntad del Papa, que quiere estar cerca de la gente y no desea ninguna barrera que le separe de ella. El lugar era teóricamente muy seguro, a cien metros de la casa de Silvio Berlusconi, pero era un acto anunciado y programado. Cuando abrió la puerta del coche la pequeña multitud que aguardaba ante el centro Astalli, gestionado por los jesuitas, comenzó a llamarle. Bergoglio bendijo a una mujer embarazada y luego estrechó un montón de manos. Luego tuvo un discurso con una frase rompedora más en su ya largo historial: «¿Para qué le sirven a la Iglesia los conventos cerrados? Deberían servir a la carne de Cristo, y los refugiados son la carne de Cristo. Los conventos vacíos no le hacen falta a la Iglesia».