¿Por qué este secretismo? Según plantea la agencia Associated Press, obedece a una necesidad de no mostrar el nivel real de desconfianza y mala voluntad entre la coalición liderada por EE. UU. y sus homólogos afganos en una guerra contra el terrorismo cada vez más impopular. Sin embargo, en respuesta a la pregunta de por qué los ataques sin consecuencias fatales no son denunciados, Jamie Graybeal, uno de los portavoces de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en Kabul, sostuvo que la organización carece del consentimiento de todos los gobiernos de la coalición para hacerlo.
En las últimas semanas, por ejemplo, un soldado afgano abrió fuego contra un grupo de uniformados estadounidenses, pero erró el blanco por completo, tras lo que fue rápidamente liquidado por los estadounidenses. No hubo ni una palabra sobre este evento por parte de la ISAF, pero la información correspondiente fue revelada a la AP por un funcionario estadounidense que prefirió quedar en el anonimato. Cabe destacar también que a veces los soldados de la alianza son asaltados por miembros de las fuerzas armadas especiales afganas, paradójicamente descritas por EE. UU. como “las más eficaces y seguras del país”.
No importa la motivación sino la amenaza
Tal amenaza ha existido durante años, pero se ha vuelto cada vez más mortal. El año pasado hubo 21 ataques que causaron la muerte a 35 miembros de las fuerzas armadas de la coalición, según cifras oficiales de la ISAF. Eso es mucho más que los 11 ataques fatales y las 20 muertes del año anterior. En 2007 y 2008 hubo un total de sólo cuatro atentados y e igual número de fallecidos.
La ISAF ha publicado una breve descripción de cada uno de los ataques mortales para el año 2012, pero dice que la misma información para los ataques del año 2011 se considera “clasificada” y, por lo tanto, no puede ser hecha pública. En todo caso, la mayoría de las víctimas fatales del presente año han sido estadounidenses, pero Francia, Gran Bretaña y otros países miembros de la coalición también han sufrido ataques mortales.
Funcionarios estadounidenses plantean que en la mayoría de los casos los afganos que vuelven sus armas contra sus supuestos aliados no están motivados por simpatía a los talibanes o por órdenes de los insurgentes, sino que más bien actúan como resultado de contradicciones personales y culturales con la coalición.
"Hay que construir la confianza cuando se trabaja con socios, pero años de confianza pueden ser destruidos en un minuto", indica un experto en relaciones internacionales respecto a estos sucesos. “No importa cuál sea la motivación del atacante afgano, lo importante es que amenaza a la sociedad."
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