En el ultraconservador reino de Arabia Saudita rige una interpretación rigurosa de la ley islámica, que impone castigos como la decapitación por sable, la lapidación o la amputación de miembros, dictados habitualmente por los jueces saudíes.
El asesinato, el narcotráfico, la violación, los asaltos armados y la brujería, entre otros delitos, son castigados con pena de muerte.