Organizaciones de mujeres organizaron en torno al reciente Día de la Mujer unos 150 eventos, desde debates hasta proyecciones de películas y acciones de “flash mob”. Todo ello para intentar subrayar el hecho de que, de media, las mujeres alemanas ganan en torno a una quinta parte menos que los hombres.
A principios de mes las alemanas lograron además un importante respaldo a su causa, cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) amonestó al país por tener una brecha salarial entre géneros del 21,6 por ciento, la mayor de Europa. De hecho, la cifra que se maneja en Alemania es aún mayor: del 23 por ciento.
“En ningún otro país europeo la brecha salarial entre hombres y mujeres es tan fuerte como en Alemania”, señala la OCDE en su informe.
Indica además que las mujeres ocupan tan sólo el 4 por ciento de los puestos de dirección en el país que tira del carro económico europeo. En Suecia y Francia la proporción de mujeres en los consejos de dirección está entre el 15 y el 20 por ciento, y en Noruega, que ha introducido una cuota obligatoria, es de casi el 40 por ciento.
¿Por qué está resultando tan difícil de romper el techo de cristal en Alemania? Un motivo es la propia naturaleza de los puestos que ocupan muchas mujeres.
“En torno al 70 por ciento de las mujeres alemanas o residentes en Alemania trabajan, pero el 45,6 por ciento lo hacen a tiempo parcial o en mini-jobs”, explica Elke Holst, especialista en género del Instituto Alemán de Investigación Económica en Berlín, refiriéndose a los puestos de trabajo con sueldos ínfimos que se pueden complementar con algunos subsidios.
“Los mini-jobs están muy mal pagados en cualquier caso, y en lo que concierne a los trabajos a tiempo completo, bueno, no se trata exactamente de los mejores puestos y más retribuidos”, añade Holst.
Otra barrera a la hora de lograr puestos mejor pagados es el hecho de que algunas mujeres se toman largos periodos de baja para tener hijos y criarlos. “Los estudios demuestran que las mujeres a menudo pierden buenos puestos de trabajo cuando son madres, y después les resulta difícil volver a reintegrarse en el mercado laboral en esos niveles”, señala Holst.
El sistema universitario alemán se equiparó al de otros estados de la UE durante la pasada década, cuando introdujo licenciaturas cortas en lugar de los máster. Antes de esa reforma, los estudiantes no conseguían licenciarse hasta bien entrada la veintena.
Eso perjudicaba a las mujeres, que tenían poco tiempo para forjarse una carrera antes de decidir si querían tener o no hijos. Dado que muchas mujeres interrumpen sus carreras en esa etapa vital crucial, los hombres muchas veces consiguen mejores puestos laborales.
Mujeres en todo el mundo se enfrentan a enormes dificultades para conciliar familia y carrera. En Alemania la situación es extrema en parte debido a unas arraigadas costumbres culturales. Una madre que trabaja a tiempo completo se enfrenta a menudo a la desaprobación social, y se la tacha de “Rabbenmutter”, un término peyorativo que significa literalmente “madres cuervo” y con el que se las acusa veladamente de ser egoístas por dejar a sus hijos e ir a trabajar.
“Todavía tenemos una forma de pensar muy conservadora en Alemania”, admite Holst. “Es sorprendente ver cuánta gente todavía cree que las mujeres no deben de trabajar cuando sus hijos son pequeños”.
“Los estereotipos asociados a los géneros en Alemania están especialmente enraizados”, opina Simone Denzler, portavoz de la asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales, que promovió el “Día de la igualdad de salario” el pasado 23 de marzo.
Sin embargo, destaca que estos planteamientos son menos fuertes en la antigua Alemania del Este, ya que durante la era comunista se daba por hecho que las mujeres tenían que trabajar a tiempo completo.
Aún así no se trata tan sólo de cómo piensa la gente, sino que también la realidad práctica juega un enorme papel en el hecho de que tantas mujeres opten por tener un trabajo a tiempo parcial en la Alemania actual.
El sistema fiscal alemán, por ejemplo, hace que para un matrimonio sea más atractivo económicamente que haya un solo sueldo principal y que las finanzas familiares se complementen con otro a tiempo parcial.
Además, resulta difícil encontrar buenas guarderías en muchas partes del país que puedan hacerse cargo de los hijos de las madres que trabajan a tiempo completo, especialmente en la antigua Alemania del Este.
En su informe, la OCDE destaca que tan sólo el 18 por ciento de los niños alemanes menores de dos años tienen acceso a guarderías a tiempo completo. Eso es la mitad del promedio europeo.
La organización también critica los planes del Gobierno alemán para dar ayudas extra a las mujeres que decidan quedarse en casa a cuidar a sus hijos, diciendo que es una política “contraproducente” y señalando que ese dinero se invertiría mejor aumentando los servicios de guardaría.
Pero no es sólo la trampa de los trabajos a tiempo parcial lo que merma el potencial salarial de las mujeres, sino también el tipo de puestos que suelen desempeñar. Trabajos considerados típicamente de mujeres, como enfermera o cuidadora de niños, tienen sueldos muchos más bajos que los típicamente masculinos, como albañil o mecánico de coches.
“Se tiene que producir un cambio estructural para que los puestos de trabajo típicamente desempeñados por mujeres se paguen mejor”, apunta Holst.
Aún así, cuando las mujeres y los hombres realizan exactamente el mismo trabajo, las mujeres suelen cobrar menos, aún cuando las mujeres ahora tienen la misma formación, o más, que los hombres.