Las ancianas jugaban partidas de poker en una vivienda, se supone que bastante grande, hasta que fueron arrestadas en una redada, al parecer después de ser delatadas por algún vecino. Las fuerzas del orden se incautaron de una cantidad de dinero cercana a los 100 euros, por lo que las ludópatas de la tercera edad tocaban a una media de más de dos euros por cabeza y pañoleta.
Desde el día del arresto, dos de las detenidas han fallecido, sin duda carcomidas por la culpa, sentimiento que Eftychia Yiasemidou no parece albergar en su corazón. Su hija, Yiula Diakantoni, declaró a Associated Press que la buena mujer «nunca ha hecho daño a nadie» y que esperaba que pueda «seguir jugando, porque eso mantiene su mente despierta».
Yiula Diakantoni, sin duda bajo los efectos de una mal entendida solidaridad materno-filial, añadió que durante la redada varias ancianas quedaron aterrorizadas y que algunas de ellas ni siquiera sabían lo que estaba pasando. Una de ellas tuvo incluso la desfachatez de pedir a los agentes que le permitieran terminar su mano.
Las mujeres se enfrentan ahora a una pena de hasta seis meses de cárcel o 750 euros de multa, cantidad que, conociendo la banca que manejaban, se antoja fuera de su alcance. Al igual que en España, el póquer solo es legal en los casinos, como la ruleta. Si este nuevo ejemplo de firmeza ante el juego ilegal no sirve de escarmiento, es imposible imaginar dónde vamos a llegar.