La nueva ordenanza contra la mendicidad aprobada por el Ayuntamiento de Valladolid ha reabierto el debate ciudadano que se plantea si multar con 1.500 euros a los que piden limosna es la mejor solución para acabar con los más de 30.000 personas sin hogar que hay en nuestro país y que malviven en las calles, según los últimos datos de Caritas.
Valladolid ha sido la última en sumarse a las ciudades que multan a mendigos acogiéndose a una norma de civismo y convivencia ciudadana. Barcelona fue la pionera. Desde 2006 persigue la mendicidad organizada entendida como la «insistente, intrusiva, agresiva u organizada».
La norma multa con sanciones económicas de entre 120 euros a quienes obstaculizan la circulación, caso de los que se instalan en semáforos, y de hasta 3.000 euros a quienes emplean a menores de edad para ejercer la mendicidad como las mujeres que piden en la calle con niños -muchas de ellas procedentes de países del este de Europa.
Respecto a la mendicidad más habitual, la de personas en exclusión social por todo tipo de causas, la ordenanza de Barcelona pretende atajar el fenómeno con políticas de inclusión y «no multar a quienes no tienen nada».
Una ley «de sentido común» para Alicante
El Ayuntamiento de Alicante aprobó en 2011, la ordenanza de mendicidad y prostitución en espacios públicos con sanciones que van desde los 750 hasta los 3.000 euros. La concejalía de Seguridad Ciudadana, defendía la ordenanza municipal por «ser de sentido común», y contó con el consenso de las asociaciones de vecinos. La norma está basada en criterios preventivos y asistenciales, por lo que los agentes de Policía Local sólo sancionan a los reincidentes. De esta forma el consistorio eliminaba el punto más polémico que consistía en la posiblidad de que los Agentes requisaran el dinero de los mendigos.
El objetivo de esta normativa es similar a la de Barcelona. Pretende eliminar la mendicidad en las calles de Alicante incidiendo en la mendicidad infantil y aquella que sea «coactiva». En este sentido, el acuerdo municipal recoge prácticas como la limpieza de los parabrisas de vehículos y el ofrecimiento de productos a sus ocupantes.
Oviedo, ligeras sanciones
La ordenanzas de convivencia ciudadana de la ciudad de Oviedo regula casi todo lo que no se puede hacer en la calle: mendigar, hacer pintadas, montar en monopatín o la bicicleta, hacer «botellón, ofrecer o demandar servicios sexuales, orinar o escupir.
La ciudad permite la actividad de músicos y artistas callejeros pero prohíbe la mendicidad con un régimen de sanciones ligero, que incluye fundamentalmente requerimientos verbales y sugerencias para acudir a los Servicios Sociales.
Cartagena, una norma dura
El ayuntamiento de Cartagena dispone de una ordenanza que prohíbe de forma expresa la mendicidad en las calles. La normativa prohíbe pedir en la calle, vender pañuelos de papel u otros productos sin licencia y ofrecer servicios, como la limpieza de los cristales de los coches, a cambio de dinero.
La Policía Local persigue especialmente la mendicidad con menores, ya que las penas en este supuesto son mayores. Los agentes pueden poner estos casos en conocimiento de la Policía Nacional o del Juzgado de Guardia, que adoptarán las medidas pertinentes. En algunas ocasiones, los padres pueden llegar a perder la tutela de los menores.