El Domingo de Ramos, un asteroide del tamaño de un avión de pasajeros rozó la Tierra a poca distancia, aún más cerca que la órbita en la que se sitúa la Luna. Como estaba previsto, la roca espacial, llamada 2012 EG5, no supuso ningún peligro, pero ¿qué habría ocurrido si algo hubiera perturbado su trayectoria y hubiera impactado contra la Tierra? Según el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA, nuestro visitante tiene entre 36 y 81 metros de diámetro, lo suficiente para provocar daños de grandes proporciones y arrasar una ciudad entera. Para hacernos una idea de su poder destructivo, solo hay que recordar que el cometa que arrasó por completo una inmensa área de 2.000 kilómetros cuadrados en la estepa de Tunguska en 1908 medía 80 metros.
La gran mayoría de los grandes asteroides, aquellos que tienen más de un kilómetro y pueden causar una catástrofe planetaria (casi un millar), ya están localizados por los científicos y ninguno de ellos tiene una órbita peligrosa, al menos por el momento. Eso sí, si uno llegara a dar en la diana, estaríamos perdidos. El famoso Apophis, por ejemplo, que mide 300 metros, podría devastar una región entera del tamaño de Extremadura o Cataluña.
Los asteroides más pequeños también pueden ser peligrosos y, además, son mucho más difíciles de detectar. Si el objeto supera los 20 ó 30 metros, como es el caso del nuevo asteroide del Domingo de Ramos, el asunto es muy serio. Una ciudad entera podría quedar arrasada. Además, una roca que no llega a los diez metros de diámetro con una densidad media puede provocar una explosión de 4 kilotones en la atmósfera. Nada desdeñable, si se tiene en cuenta que la bomba de Hiroshima tenía 15. En octubre de 2009, otra roca de diez metros alcanzó la atmósfera de la Tierra sobre Indonesia. Esta se desintegró, pero la explosión que provocó sobre los cielos tenía la potencia de tres bombas atómicas.
Alteraciones en su órbita
El asteroide del Domingo de Ramos pasó a 230.000 kilómetros de la Tierra, a una velocidad de 8,24 km por segundo. La Luna orbita a unos 382.000 kilómetros, por lo que el 2012 EG5 ha estado a una distancia de 0,6 lunas. Los astrónomos creen que los objetos que logran a acercarse a menos de 3,5 veces la distancia de la Tierra pueden sufrir alteraciones en su curso normal por la gravedad de nuestro planeta o de nuestro satélite, por lo que son vigilados atentamente.
La roca no vino sola. El 2012 EG5 es el tercer asteroide que se ha acercado a la Tierra en estos días. Otras dos pasaron el mismo día, más lejos y más pequeñas, y una tercera, más grande (52-120 metros) y aún más lejana, se dejó detectar por los sistemas de los astrónomos el día 31.
Otro asteroide, el 2012 FA57, descubierto el 28 de marzo, se acercará a la Tierra el 4 de abril a una distancia un poco más allá de la órbita de la Luna.