Estados Unidos podría verse obligado a emprender un nuevo programa de flexibilización cuantitativa, según los analistas, lo que podría provocar la brusca caída del tipo de cambio del dólar.
La crisis política de julio-agosto que en 2011 puso a EE. UU. al borde del impago debido a los desacuerdos entre el Congreso y la Administración Presidencial, no contribuyó a popularizar los programas de esta índole (QE1, QE2, Operation Twist ) para inyectar liquidez en la economía nacional. Hoy en día, muchos expertos destacan la necesidad de un QE3, lo que no presagia nada bueno para el dólar estadounidense, escribe la revista rusa 'Birzhevoy líder'.
El primer programa, que le costó al país 1,7 billones de dólares, finalmente condujo a la devaluación gradual de la moneda nacional. Y lo mismo ocurrió con el segundo, de 600.000 millones de dólares, que también propició el debilitamiento del dólar.
El nuevo programa de estímulo económico, bautizado 'Operation Twist', estipulaba la asignación de 400.000 millones de dólares para atender las necesidades financieras, en particular para reducir las tasas de interés a largo plazo y frenar la inflación.
Pese a las declaraciones de los analistas sobre la falta de alternativa para el dólar, los desequilibrios están ganando fuerza de forma gradual.
Los índices hablan por sí solos: el déficit del presupuesto federal, que asciende a un 10,3% del PIB, se ha convertido en "crónico", mientras que la carga insostenible de la deuda sobre la economía del país alcanza más del 102% del PIB y las obligaciones sin garantía del gobierno en materia de seguridad social de la población supera el 250% del PIB. Todo ello se conjuga para crear una situación extremadamente difícil para el país.
Los analistas señalan que si bien Washington consigue mantener la ilusión de estabilidad y las perspectivas de crecimiento, de hecho, todo el aumento está directamente patrocinado por la enorme inyección de la Reserva Federal (FED). Además, el déficit se mantiene a un nivel por encima del 10% (durante los últimos 3,5 años), y la demanda en caída de los consumidores es sustituida por los gastos del gobierno.
Además, se preserva artificialmente a través del presupuesto una demanda ficticia de valores de EE. UU.
Es probable que el jefe de la FED resista la tentación de aumentar el incentivo financiero pero, según los analistas, basándose en la información más reciente sobre la economía estadounidense, su estimulación podría continuar.
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