Hoy, el cohete espacial ruso Protón-M explotó unos segundos después de ser lanzado desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajstán.
En el lugar del impacto se registró el derrame de seiscientas toneladas de un componente tóxico del combustible para cohetes.
Durante el lanzamiento, la lluvia jugó un papel clave en la neutralización de las nubes peligrosas. Las precipitaciones evitaron la transferencia por aire de sustancias tóxicas a gran distancia.
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