Primera condición: romper con el pecado. (1:8-10) (2:1-2) - NBJ

Si decimos: No tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros.
Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: No hemos pecado, le hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.