El infarto es uno de las principales cardiopatías que afectan a la población a nivel mundial. Su desarrollo es silencioso, pues consiste en el taponamiento paulatino de arterias que alimentan al corazón. Cuando una arteria se tapona, la región que irriga queda sin nutrientes y muere progresivamente, afectando a la función cardiaca.
La clave se encuentra en saber cuándo se va a producir un infarto. Y la manera inmediata de hacerlo sería analizar la placa de ateroma causante del infaro. Este hecho es hoy, una realidad.
El estudio publicado en la revista Science Translational Medicine por el Dr. Eric Topolm (Scripps Research Institute) muestra el potencial diagnostico de las células anormales que durante la fase de movilización de la palca de ateroma son vertidas a la sangre. Utilizando la técnica de microscopia de fluorescencia, los investigadores compararon grupos de células procedentes de dos grupos de individuos, sanos y afectados por cardiopatía isquémica.
Los análisis demostraron que los marcadores clínicos habituales utilizados para el diagnostico del infarto no se correlacionaban con el estudio a nivel celular. Sin embargo, estas células anormales eran unas 400 veces más abundantes en pacientes con riesgo de infarto comparándolo con lo que ocurría en pacientes sanos; una hecho que sucedía el 90% de las veces.
Estos datos unidos a las claras diferencias morfológicas de las células analizadas permiten establecer un nuevo test con el cual diagnosticar la aparición de un infarto de miocardio. Esta circunstancia facilitaría, con el suficiente tiempo de antelación la instauración del pertinente tratamiento preventivo, ganado los pacientes en calidad de vida y minimizando el riegos de mortalidad.