La OTAN trata de fijar en Bruselas la hoja de ruta para su calendario de salida de Afganistán y su mayor batalla se centra en la preparación de las fuerzas afganas para completar la transferencia de la seguridad, otras batallas como la lucha contra el opio han quedado en segundo plano.
La amapola es una de las principales vías de financiación de la insurgencia y la nueva cosecha ya está en marcha. Pese a los millonarios programas anuales de erradicación, la superficie cultivada en 2011 alcanza las 131.000 hectáreas en todo Afganistán, según el último estudio realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés) y el Ministerio anti Narcóticos de Afganistán.
Tendencia al alza
Esto supone un incremento del ocho por ciento en superficie cultivada respecto al ejercicio anterior y confirma la tendencia alcista que experimenta el país asiático desde 2009.
Tan solo quince de las 34 provincias del país se mantienen como «zonas libres de opio» en un mapa donde las mayores superficies de adormidera vuelven a encontrarse en Helmand (63.307 hectáreas) y Kandahar (27.213 hectáreas), principales feudos de la insurgencia y donde mayor han sido los despliegues de las fuerzas de Estados Unidos y Reino Unido, cuyas políticas de erradicación han fracasado y en casos como el de Helmand se han convertido en escándalos de corrupción.
«La lucha contra narcóticos no es un trabajo exclusivo de una unidad o de las fuerzas del orden, debe ser una tarea en la que se impliquen los responsables de la seguridad, estabilidad, gobernabilidad y desarrollo de Afganistán y de toda la región», asegura Yuri Fedotov, director ejecutivo de Unodc.
Quince por ciento del PIB
Fedotov es firmante de un estudio que revela que la combinación entre el alto precio de mercado (194 euros el kilo, infinitamente superior a los noventa céntimos que obtiene un campesino por plantar arroz) y el aumento de la superficie cultivada hacen que el negocio de la droga represente el 15 por ciento del producto interior bruto afgano.
Este avance viene además acompañado de una cada vez mayor productividad por hectárea, con lo que quedan atrás los problemas originados por una enfermedad que afectó a las plantaciones en 2010, el único motivo que ha provocado un descenso en una producción en ascenso imparable desde la invasión de 2001.
Insurgencia y opio han ido de la mano desde tiempos de la URSS
Opio e insurgencia van de la mano desde la época de la yihad contra la Unión Soviética, entonces Moscú acusaba a la CIA de favorecer el narcotráfico para poder financiar la «guerra santa».
El único capaz de frenar en seco el cultivo fue el mulá Omar, máximo dirigente talibán, a través de una fatwa emitida en 2000 que declaraba «anti-islámico» el cultivo de la adormidera. El parón apenas duró una cosecha.