que me entregara a mis hermanos.
Esa voz me transformó,
mi vida entera ya cambió
y solo pienso ahora Señor en repetirte:
Padre nuestro, en Ti creemos,
Padre nuestro, te ofrecemos,
Padre nuestro, nuestras manos
de hermanos.
Cuando vaya a otros lugares
tendré yo que abandonar
a mi familia a mis amigos por seguirte.
Pero sé que así, algún día
podré enseñar tu Verdad
a mi hermano y junto a él yo repetirte.