La carrera de sapos

Erase una vez una carrera… de sapos.
El objetivo era llegar a lo alto de una gran montaña. Había en el lugar una gran multitud. Mucha gente les ovacionaba y aplaudía. Con ese apoyo dio inicio la competencia.
Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era:
¡Que pena! Esos pobres sapos no lo van a conseguir… no podrán llegar ni a la mitad de la montaña.
Los sapitos comenzaron a desistir. Pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima.
La multitud continuaba gritando:
¡Que pena!! Ustedes no lo van a conseguir.
Y los sapitos estaban dándose por vencidos, salvo aquel sapito que seguía y seguía tranquilo, y entre más avanzaba lo hacía cada vez con más fuerza.
Las frases desalentadoras que la multitud exclamaba en lugar de porras y vivas, habían logrado desanimar a casi todos los competidores, y repito, casi todos, porque había uno que parecía estar solamente concentrado en llegar a la meta, sin prestar atención a nada más. Su mirada estaba siempre fija en la sima y su esfuerzo no menguaba.
Al llegar el final de la competencia todos habían desistido, todos, menos ese sapito que curiosamente, en contra de toda predicción y mala leche, seguía sin desistir. Así, finalmente llegó a la cima con todo su esfuerzo.
El resto de los competidores se quedaron tan asombrados del logro del virtual ganador de la carrera, que quisieron saber cómo lo había logrado. Cada uno de los sapos que había competido creía que, atrás de ese logro, había un gran secreto, como; mucho entrenamiento, una alimentación especial o incluso, el consumo de algún estimulante antes de iniciar la carrera.
Esta curiosidad los llevó a preguntarle; ¿cómo se las había arreglado para concluir la carrera con éxito?
En ese momento descubrieron, para asombro de todos, que… ¡Era sordo!
El sapito ganador de tan grande prueba, era sordo, lo que le impidió escuchar tanto pesimismo…
Jamás permitas que personas con sus pésimos hábitos y negatividad, te derrumben las ¡mejores y más sabias esperanzas de tu corazón!
¡Recuerda siempre el poder que tienen las palabras que escuchas!

Sé siempre SORDO cuando alguien te diga que no puedes realizar algún sueño.