Desde el descubrimiento por unos excursionistas en 1991 de este cuerpo congelado en los Alpes Venoste, entre Austria e Italia, la momia ha sido objeto de estudio.
Investigaciones previas revelaron datos sorprendentes como el estado de salud, la edad e incluso la posible causa de la muerte de la momia por la herida de una flecha que cortó una de sus arterias.
Sin embargo, un estudio recientemente publicado en la revista británica Royal Society confirma el hallazgo de células de sangre en el cadáver de este hombre prehistórico.
Albert Zink, autor principal del estudio, asegura que, aunque otros investigadores trataron de identificar la sangre en antiguas herramientas de piedra, éstas eran las muestras de sangre más antiguas que se han conseguido.
“Fue muy sorprendente, esperábamos encontrar algunos restos o tal vez glóbulos rojos reducidos, pero tienen la misma estructura que los que se pueden encontrar hoy en día en individuos sanos", explica Zink.
Los científicos sometieron las muestras a una "espectroscopia Raman", un método que permite caracterizar la composición molecular gracias a la luz. Con el uso de nanotecnología, lograron analizar la microestructura de las células más pequeñas y los coágulos de sangre.
La investigación señala que el hallazgo podría suponer un avance para la medicina forense moderna que actualmente no ha conseguido definir con precisión la antigüedad del rastro de sangre encontrada en la escena de un crimen.
El estudio lo llevó a cabo un equipo de investigación germano-italiano, compuesto por investigadores de la Academia Europea de Bolzano (Italia) y la Universidad Técnica de Darmstadt (Alemania).
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